135.- Benedicto XVI en vísperas de llegar a México

135.- Benedicto XVI en vísperas de llegar a México
Ángel Rafael MARTINEZ ALARCÓN

Las  relaciones políticas entre el Estado mexicano y la Santa Sede siempre fueron, más que difíciles, complejas. Nuestra nación, al independizarse de la Corona Española en 1821, tardó  más de una década en ser reconocida.  Con el anuncio de la próxima visita pastoral del Papa Benedicto XVI, en la última semana del mes de marzo del presente año.
Marcará también historia en nuestra nación. Después de  siete  años de haber asumido el papado en 2005, el Papa Joseph Aloisius Ratzinger, a la edad de 85 años de edad, visitara el corazón del catolicismo mexicano, ahí en el Bajió, donde los hombres de fe, se lanzaron a una guerra contra el gobierno federal, bajo el grito de “Viva Cristo Rey! Y que los gobierno priista siempre quisieron ocultar la guerra cristera de 1926-1929. Esta primera visita de Benedicto XVI,  tiene el carácter predominantemente pastoral.
En los textos constitucionales de 1824, el espíritu  de los «Sentimientos de la Nación» promulgados por José María Morelos y Pavón (1765-1815) se establecía que en México la fe católica era la oficial, sin  tolerancia de otro credo. 
El presidente de México, el General Brigadier José Joaquín de Herrera (1792-1854) al conocer la situación política que vivía S.S. Pio IX (1792-1878), -beatificado por Juan Pablo II en el año 2000-; le envía una carta invitándole a México para establecer su Papado, ante el destierro que le imponían las autoridades italianas de su momento.
Durante la Guerra de Reforma, de entre los años de 1854 a 1867, el grupo liberal modifica la carta magna, donde establece la separación de la Iglesia y el Estado. La jerarquía católica mexicana protestó muy enérgicamente. 63 años más tarde, en el marco de la Revolución de 1910, en nuevo pacto social ratifica la separación de la Iglesia y el Estado; sin olvidar los tres años de la Guerra Cristera (1926-1929). Un grupo de cristeros, décadas después, es llevado a los altares durante el pontificado de Juan Pablo II.
Sólo el Presidente de la República, el General Manuel Ávila Camacho, se declaró creyente públicamente. Cabe destacar que los miembros de la clase política mexicana no se han declarado a religiosos, pero su mayoría en la privacidad han sido practicantes de la fe católica. Contaba  José López Portillo y Pacheco, presidente de México en el sexenio de 1976 a 1982, sobre la primera visita de Juan Pablo II  a nuestro país en enero de 1979, -gestionada gracias a una «petición de su madrecita», doña Refugio Pacheco-, que se llevó a cabo por su autorización como primer mandatario, causando una polémica al interior de la clase gobernante; el titular de la Secretaría de Gobernación objetó que dicha autorización era violatoria al marco jurídico del país,  acreedora a una multa administrativa y económica; el propio Presidente contestó que cubriría al costo de dicha multa.  Motivo la renuncia a la Secretaria de Gobernación de don Jesús Reyes Heroles; uno de los pocos y más brillantes de los políticos del México en siglo XX.
Ioannes Paulus II es, sin duda alguna, uno de los personajes más destacados para la historia del XX, por muchas razones, entre otras por ser el Obispo de Roma quien más ha realizado viajes a todas las naciones de los cinco continentes; siempre llevando las buenas noticias del Evangelio de Jesucristo, durante sus 26 años de pontificado: de 1978 a 2005.
Es justamente en el sexenio de Carlos Salinas de Gortari (1988-1994), en que se moderniza al Estado mexicano por medio de una serie de reformas, incluyendo el reconocimiento a la Iglesias, entre que destaca la iglesia católica apostólica romana. Así como el reconocimiento del Gobierno mexicano al Estado Vaticano, en el 18 de diciembre 1991, restableciéndose las relaciones diplomáticas interrumpidas por espacio de más una centuria.
Fueron  cinco las visitas realizadas por Juan Pablo II a nuestro país, las primeras jurídicamente ingresa al suelo mexicano como jefe del Estado Vaticano y las tres siguientes como jefe de la Iglesia católica y del Estado Vaticano.
En su primera visita pastoral a México, del 26 al 31 enero de 1979, para  participar en la Inauguración de la III Conferencia General de Episcopado Latinoamericano en la ciudad de Puebla; visitando la Ciudad de México, Guadalajara, Oaxaca y Monterrey; siendo por vez primera que millones de mexicanos se dispusieron para ir al encuentro con el Vicario de Cristo; él pudo movilizar a millones de mexicanos por su propia voluntad.
La segunda visita del Papa a México se realizó del 6 al 13 de mayo 1990 siendo presidente Carlos Salinas de Gortari. Visitando: Chalco, en ciudad de México, los estados de Veracruz, Aguascalientes, Jalisco, Durango, Chihuahua, Monterrey, Zacatecas y los municipios de Tlalnepantla y Cuautitlán en el Estado de México.
Su tercera visita fue del 11 al 12 de agosto de 1993, en Mérida y en Izamal, Yucatán.
En su cuarta visita pastoral del 22 al 26 de enero de 1999,  siendo el Presidente Ernesto Zedillo Ponce de León. La visita se centró exclusivamente en la ciudad de México.
La última visita fue del 30 de julio al 1 de agosto de 2002,  en el sexenio del Presidente Vicente Fox Quesada, un católico practicante, esta visita del Papa se centró nuevamente en la Ciudad de México y su objetivo fue la canonización de Juan Diego, testigo de las apariciones de la Virgen de Guadalupe y de dos indígenas oaxaqueños evangelizadores del siglo XVI.
La muerte de Juan Pablo II, el 2 de abril del 2005, asimismo marcó novedades en la historia de las relaciones del Gobierno de México y el Estado Vaticano; por vez primera un presidente de nuestra nación asiste a los funerales de un Papa. El presidente Vicente Fox  decreta luto nacional el 8 de abril por el fallecimiento del Sumo Pontífice, publicado en el Diario Oficial de la Federación del 6 de abril de 2005.
Podríamos afirmar que la conexión del Papa Juan Pablo II está ligada con la veneración mariana del pueblo de México, y que el Sumo Pontífice también la tuvo hacia la Virgen María. De la primera visita me quedo con su frase del viernes 26 de enero de 1979: «Quiero poder decir: ¡Mexicum semper fidele! ¡México siempre fiel!». Podríamos señalar que las visitas papales a México, tuvieron una impronta muy fuerte, donde un pueblo salió a manifestar su fe que profesa. Una movilización  nunca antes vista ni organizada por el Estado y los partidos políticos tan proclives de movilizar a las masas a favor de algunos candidatos.
6.         Diario de Xalapa, lunes 9 de enero del 2012, año LXIX, núm 24,457, 4App
7.         http://www.entornopolitico.com/columnas_detail.php?recordID=56943'



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